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Desenlace
La hoja de cuatro filos le entró oblicua, de abajo a arriba, hasta el gavilán. Sanguinetti vio cómo Ayala la retiraba velada de rojo, y daba un paso atrás. Las piernas se le doblaron, y le dio rabia que su enemigo lo viera así, de rodillas. Hubo como un siseo, y no supo si se le escapaba por la boca o por la herida. Su propio cuchillo se le resbaló, no lo oyó caer.
Presentación
Se la tenían jurada desde hacía mucho tiempo. Sin embargo ninguno buscó al otro para saldar deudas. Fue el destino el que los cruzó, una noche de tantas, cerca del prostíbulo.
Disparador
Todo por una hembra, mal vendida y mal comprada.
Conflicto
Ayala fue el primero en reconocer al otro, y se plantó bajo el farol. No era hombre de aprovechar la ventaja en una traición.
—Sanguinetti —dijo.
—Don Ayala...
No hubo más saludo que esas palabras y el desenvainar de los aceros.
Fintas y amagues los llevaron a un baldío, de pastos crecidos, entre dos casas. Fuera de la luz crepuscular del alumbrado, apenas la luna llena iluminaba a los tauras. Sanguinetti tenía fama de rápido, y atacaba sin parar. Ayala, sólido, aguantaba los embates y —cuando podía— metía la daga por los resquicios de la defensa de su antagonista.
El yuyal entorpecía los movimientos, se les enredaba en las perneras.
Resbaló, Ayala, en un retroceso, y Sanguinetti le hachó la cara. Rebotó el metal sobre el hueso. El tajo iba desde la ceja hasta la barbilla. El herido se recompuso a medias, aturdido, tambaleó, y quiso restañar la sangre con la manga.
Desenlace (continuación)
Fue entonces cuando Sanguinetti, creyendo en la victoria, se tiró a fondo, un poco alto; y Ayala, encogido, lo ensartó por debajo del cinturón.
No hubo grito de triunfo, nada más un silencio turbio, que ni el pastizal se atrevió a quebrar.
Ayala se acercó sin apuro, como respetuoso de la muerte inminente, y limpió el cuchillo en las hombreras del vencido.
Ya se alejaba del baldío cuando la voz de Sanguinetti, un burbujeo, le pegó en la espalda.
—¡A vos tampoco te quería! ¡A vos tampoco!
Comentarios
Taura: en lunfardo, hombre de
Taura: hombre de ley, valiente, bravucón.
¡Bien hecho, Master! Y además
¡Bien hecho, Master! Y además ha rizado el rizo colocando el desenlace lo primero.
Se siente esa pelea, la ausencia de palabras cuando se la tienen jurada desde hace tanto, y la muerte con "honor", silenciosa.
Falta el marcianito que se quita el sombrero. Ahora mismo me haría falta uno. Le mando unos corazones, mientras llega .
Geli
Aunque no lo creas, la frase
Aunque no lo creas, la frase final me daba vueltas en la cabeza desde hace ocho o nueve años.
Lo que tiene esto de señalar las etapas es que te tienta a mezclarlas y buscar nuevos efectos.
Por lo mismo, subí la explicación de "tauras" en un tema aparte, para que el cuento quedara limpio.
Saludos y gracias.
Pues menos mal que al final
Pues menos mal que al final les has dado curso a esa frase. La escena narrada es muy compacta. Tiene un ritmo excelente, un vocabulario rico y una contención en el tono que me gusta mucho.
Geli
Es-pec-ta-cu-lar
Es-pec-ta-cu-lar
¡Enhorabuena!
Miguel
Gracias, Miguel.
Gracias, Miguel.
Por repetido no será menos cierto: me han obligado a retomar este vicio de juntar palabras.
¡Qué bueno!, menos mal que
¡Qué bueno!, menos mal que por fin lograste buscarle acomodo a la frase en un relato.
Me ha gustado y he aprendido cinco palabras nuevas.
Ah!, el título me parece genial, suena a "premio planeta".
Saludos
DavidRubio
Gracias, David... Lo del
Gracias, David... Lo del premio Planeta —habida cuenta su fama— no sé cómo tomarlo
Hombre, tómatelo bien. Un
Hombre, tómatelo bien. Un abrazo
DavidRubio
Así lo tomé, pero no pude
Así lo tomé, pero no pude evitar el chiste