Amor de pasado, presente y.... ¿futuro?

Género: 

  • Cuento

Enlace al taller: 

Éramos tan jóvenes cuando lo vi partir, aún recuerdo el dolor que me causaba el hecho, recuerdo las noches que pasé en vela, en compañía de los recuerdos que me encogían el corazón; pero en el fondo supe que era lo mejor. Habíamos olvidado el amor, dejamos de disfrutar la magia de un beso, no sentíamos un abrazo, un agarrón de manos… no nos sentíamos. Sus últimas palabras resuenan en mi mente “No te olvidaré, cariño. Adiós”. Se alejó, no supe nada más de ese hombre. La vida continuaba y sabía que era necesario olvidar el amor que sentí.

 

Seis años después, estoy en mi oficina, cansada y a punto de irme. Ha sido un largo día y en casa me espera mi cama, una cobija y un chocolate caliente. Necesito descansar. De repente, alguien entra e interrumpe mis pensamientos, doy vuelta y ahí está él. Mi estómago se revuelve, mi corazón da un brinco, mis mejillas arden.

Hola dice después de un breve silencio.

¿Necesitas algo? no pude decir nada más, mi cerebro dejó de funcionar y apenas podía entrelazar unas cuantas palabras.

Ha pasado mucho tiempo

Sigo atónita, intentando ser lo más natural posible.

Bastante, ¿quieres sentarte?

No, me preguntaba si querías ir a tomar un café.

Asiento con la cabeza y cojo mi bolso, ¿un café? no sé qué pretende.

Subimos a su auto y no sé hacia donde nos dirigimos, aún no he sido capaz de pronunciar palabra alguna y al parecer él disfruta de mi nerviosismo. Me reprendo a mí misma, ¿Qué pasa? Ya han pasado seis años, no debería sentirme tan intimidada, tan extrañamente nerviosa y para completar, no debería sentirme tan feliz. Mi conciencia me aterriza sugiriéndome que solo me ha buscado por negocios.

Ya llevamos diez eternos y silenciosos minutos de camino, todavía no descifro nada. Es frustrante sentirme así, pero… es emocionante. Mi estómago había olvidado esa sensación, esas popularmente llamadas “mariposas”. 

—Ya casi llegamos.— Cuando lo dice no sé si sentir alivio porque habló o desconcierto por la seriedad que impregnó en esas palabras. Sólo hago un ruido con la garganta para responder.

Detiene su auto, baja rápidamente y abre mi puerta. Pienso que es un gesto tan caballeroso para estos tiempos, me hace gracia y sonrío. Él me corresponde sonriendo también y por un momento, unos pocos segundos, nuestros ojos se miran fijamente. -Tienes que controlarte-, digo para mí misma.

Después de ordenar un café para él y un té para mí me decido a hablar.

¿Por qué me has buscado?

Cosas de trabajo, ando en un lío legal y quisiera que me ayudaras.

Esas palabras caen como un balde de agua fría en mi corazón, ¿cómo pude haber sido tan tonta? Es obvio que no me iba a decir que aún me ama y que jamás me pudo olvidar, eso sólo pasa en las novelas.

¿Sigues aquí? pregunta y me mira como si fuera una niña de 8 años que ha perdido a sus padres.

Claro, disculpa. Es solo que… pudimos haber hablado de esto en mi oficina.

Quería salir contigo, hace mucho no sé nada de ti.

Desde ese día… sí, no hay que hablar de eso.

Prefiero recordar las cosas buenas, las malas ya quedaron en el pasado.

Las buenas también- digo con un tono algo agresivo.

 

La camarera nos interrumpe, deja el pedido en la mesa y se retira.

 

Tienes razón. Todo es pasado.  Toma su café, da un sorbo y me mira por debajo de las cejas. Lo conozco lo suficiente para saber que trata de intimidarme.

Y bien rompo el silencio; ¿en qué andas? ¿Cuál es el problema por el que me has buscado?

Ahora no quiero hablar de eso.

A eso me trajiste, ¿no?

Guarda silencio un momento, toma mis manos, clava su mirada en mí y, como si lo hubiera estado guardando por años, como si ya no pudiera más con esa carga...

Mi más grande error fue dejarte ir, eres la única mujer a la que he amado toda mi vida

Todo en mí se paraliza, mis manos se enfrían, mi corazón quiere salirse de mi pecho, mi estómago se llena de sensaciones inexplicables.

No, no es cierto— no se me ocurre nada más.

Te he buscado por todas partes continúa sin prestar atención a mis palabras. Perdóname, dime que puedo recuperarte, por favor.

¡¿Qué?! Esa frase me desarmó, tocó todas y cada una de las fibras de mi cuerpo. Ver esa sinceridad en sus ojos, saber que yo estaba sintiendo lo mismo, no creer que de verdad estuviera sucediendo. Todo lo que pasaba me hizo romper en llanto y pronto sus brazos me rodeaban tiernamente para calmarme.

Creí que ya te había olvidado digo entre dientes.

Me abraza aún más fuerte.

¿Quieres que te lleve a tu casa? Necesitas descansar.

Asiento con la cabeza. Paga la cuenta, salimos, subimos al auto, le indico la dirección de mi casa y al cabo de unos minutos ya estamos allí. No hubo ni una sola palabra en todo el camino, sólo las necesarias para ubicarlo. Al llegar, repite el gesto caballeroso de abrirme la puerta de su auto. Cuando estamos en la puerta le pido que entre.

Todo ha pasado muy de prisa, no creo que sea buena idea

Ven conmigo, por favor. No quiero pensar nada, quiero sentir, sentirte… de nuevo

No sé por qué lo digo, no sé si es una buena idea pero he pasado toda mi vida actuando conforme a lo que mi cabeza quiere, necesitaba dejar que mi corazón y mis emociones mandaran en ese momento. Quizá me iba a arrepentir pero nunca me había sentido tan viva y no podía dejar pasar esa oportunidad.

Estamos en la sala, tomando una copa de vino y brindando por el pasado. Hablamos largo rato, me hace recordar lo felices que éramos. De repente, deja su copa en la mesa de centro y se acerca a mí. Con su mirada puesta en mis ojos toma mi rostro en sus manos, me acerca a él y me da un beso que me deja sin respiración, lleno de ternura , un beso que había guardado durante seis años, un beso con el que plasma todo el amor que siente por mí. Pensaba que llegaría a mi casa de otra manera, pero esto es mucho mejor que chocolate caliente y una cobija.

Pasa la noche conmigo le suplico.

Él me besa cada vez con más fuerza respondiendo un sí rotundo a mi pregunta. Me lleva a la habitación y, detalles más detalles menos,  hace de esa, la noche más maravillosa de mi vida. 

Despierto, creyendo que todo fue un sueño, al dar la vuelta no hay nadie. Voy a la cocina y, para completar, él está haciendo el desayuno. Todo parece una novela, jamás creí que algo así podría pasar en la vida real y menos que me pasara precisamente a mí.

Le planto un besito en la mejilla y le sonrío. Él me devuelve la sonrisa y me siento tan feliz que no lo creo.

 

Mientras me ducho recuerdo todo lo que ha sucedido. Sí, todo eso pasó en sólo una noche, la noche más perfecta, una noche que siempre había soñado. Y, de repente, caigo en cuenta de que él ha sido el único hombre al que he amado, que jamás pude olvidarlo y que por nadie siento ni sentiré nada igual.

Etiquetas: