Enlace al enunciado:
Enlace al taller:
No guardo cosas ni me aferro a ningún objeto.
Me rijo por un pricipio mafioso: no tengas nada que no puedas abandonar en los próximos treinta segundos.
Las cosas que amo no me pertenecen, no por completo, aunque las disfrute como si no tuvieran más dueño que yo: pasear con Poroto por un monte de encinas, entre rocas y majanos. Ver cómo persigue a una perdiz, un conejo distraído o un papelito que vuela. Rascarle las orejotas mientras bebe del cacharro. Observar el ondularse y los susurros de las mieses. Fumar un cigarrillo, sentado sobre una piedra. Imaginar las vidas transcurridas dentro de una chabola abandonada y a medias derruída. Escuchar, lejanos, los cencerros de un rebaño invisible. Cortar mejorana y prendérmela en la cinta del sombrero. Revisar las cicatrices de mi bastón, y las marcas que dejaron en él los colmillos de una culebra belicosa.
Me gusta fantasear con otros mundos y universos. Me sueño hormiga, pájaro, robot o investigador científico.
Quizá por estas enumeraciones no me aferro a nada material, ¿para qué? Todo me pertenece y yo... Yo pertenezco al todo.
Comentarios
Ahora ya sé cómo reconocerte.
Ahora ya sé cómo reconocerte. Te felicito, Óscar.
P.D.: Se desvaneció una "d" en "derruída".
Miguel
Ahora sí, Óscar.
Ahora sí, Óscar.
Poroto estará encantado de formar parte de tu "todo".
Geli
Apareció la "d"
Apareció la "d"
Gracias por leer y comentar.
Saludos